sábado, 5 de noviembre de 2011

conversión merideña

amanecí con la misma cara de estúpida
inventando unas garras
-antiofídicas-
para traspasar mi pecho
y después de una bocanada
arrancarme el corazón
e incinerarlo
bajo el arcoíris de la aurora
cuando el viento se lo haya llevado todo

el vacío
lo reemplazaré
con una prótesis de silicón de 1000cc
con una ziplock de botox gringo
o con las manos apretujadas de una muñeca plástica
y así
cada encuentro, idealizado
se convertirá en un paseo de ratas nocturnas
en un olvido sistemático, pre programado
en lunas huecas, flacas, chatas, desconchadas
como una vasenilla de peltre
pivoteada
en el cuarto
de una abuela con alzheimer

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